Rovira, Dani
Quizá fue en una placita donde, por primera vez, vi a un niño contar un cuento. Sus ojos grandes, su forma de narrar, sus manos inquietas y sus sonrisa conciliadora me empujaron irremediablemente a contar cuentos como él.
Han pasado algunos años y por aquí sigo. Contando, viviendo, escuchando y creando historias.
Y, entre cuento y cuento, aún sigo buscando a ese niño de la placita para darle las gracias.