Vazquez, Luciana
Luciana Vázquez nació en Buenos Aires en 1967. Es periodista. Fue
subeditora de revista Gente, jefa de suplementos del diario Infobae,
redactora de Clarín y Perfil y colaboró en trespuntos, Veintitrés, El
Día de La Plata y El Planeta Urbano. En 2000 publicó La novela de Menem.
Ensayo sobre la década incorregible, también en Editorial Sudamericana.
Su vida académica empezó con el profesorado en Letras por la Universidad
Nacional de La Plata (UNLP), donde terminó su carrera con un promedio de
9,33. En la UNLP también obtuvo por concurso una beca para
investigación. Allí quemó sus pestañas con una tesis sobre #el impacto
de la globalización en la literatura argentina de la posdictadura#.
Cuando quiso ser periodista, estudió en TEA, la escuela de periodismo
que cambió el modo de formar periodistas en los primeros noventa. Cuando
quiso saber de economía y negocios, hizo un Executive Master in Business
Administration (EMBA) por el IAE, la Escuela de Negocios de la
Universidad Austral que siempre figura en el súper exclusivo top 30 de
los programas ejecutivos del Financial Times junto a Harvard o Stanford
y es considerada la mejor escuela ejecutiva de negocios de la Argentina.
Luciana venía de una escuela primaria en el Departamento de Aplicación
del Colegio Nacional de la ciudad de Trenque Lauquen, donde pasó su
infancia; una escuela exigente e innovadora. Allí fue abanderada. Y de
un secundario en la Escuela Normal Nacional Número 2 Dardo Rocha de La
Plata, donde vivió su adolescencia, escuela pública, mixta, nada
bilingüe, de treinta chicos por aula, cinco o seis divisiones por año e
infinitas horas libres, donde la palabra #excelencia# era tan
desconocida como la pólvora antes de que la descubrieran los chinos. Fue
la mejor alumna de su promoción con un promedio general en el secundario
de 9,77 y de 9,81 en quinto año. Tuvo premio, medalla y beso. Cuando
quiso hablar inglés, estudió por años en la Cultural Británica. Cuando
quiso saber francés, fue a la Alianza Francesa. Cuando hace cuatro años
nació su hijo, una duda la asaltó: ¿Qué educación le daría a su pequeño
cuando se lanzara a la vida? ¿Qué jardín, qué colegio, qué universidad
y, por qué no, qué posgrado? Pero inmediatamente allí surgió otra
pregunta: ¿Tiene sentido estudiar mucho? ¿Había tenido sentido estudiar
tanto? ¿Había valido la pena inventir tanto tiempo y dinero para
educarse? De aquellas preguntas nació este libro.
subeditora de revista Gente, jefa de suplementos del diario Infobae,
redactora de Clarín y Perfil y colaboró en trespuntos, Veintitrés, El
Día de La Plata y El Planeta Urbano. En 2000 publicó La novela de Menem.
Ensayo sobre la década incorregible, también en Editorial Sudamericana.
Su vida académica empezó con el profesorado en Letras por la Universidad
Nacional de La Plata (UNLP), donde terminó su carrera con un promedio de
9,33. En la UNLP también obtuvo por concurso una beca para
investigación. Allí quemó sus pestañas con una tesis sobre #el impacto
de la globalización en la literatura argentina de la posdictadura#.
Cuando quiso ser periodista, estudió en TEA, la escuela de periodismo
que cambió el modo de formar periodistas en los primeros noventa. Cuando
quiso saber de economía y negocios, hizo un Executive Master in Business
Administration (EMBA) por el IAE, la Escuela de Negocios de la
Universidad Austral que siempre figura en el súper exclusivo top 30 de
los programas ejecutivos del Financial Times junto a Harvard o Stanford
y es considerada la mejor escuela ejecutiva de negocios de la Argentina.
Luciana venía de una escuela primaria en el Departamento de Aplicación
del Colegio Nacional de la ciudad de Trenque Lauquen, donde pasó su
infancia; una escuela exigente e innovadora. Allí fue abanderada. Y de
un secundario en la Escuela Normal Nacional Número 2 Dardo Rocha de La
Plata, donde vivió su adolescencia, escuela pública, mixta, nada
bilingüe, de treinta chicos por aula, cinco o seis divisiones por año e
infinitas horas libres, donde la palabra #excelencia# era tan
desconocida como la pólvora antes de que la descubrieran los chinos. Fue
la mejor alumna de su promoción con un promedio general en el secundario
de 9,77 y de 9,81 en quinto año. Tuvo premio, medalla y beso. Cuando
quiso hablar inglés, estudió por años en la Cultural Británica. Cuando
quiso saber francés, fue a la Alianza Francesa. Cuando hace cuatro años
nació su hijo, una duda la asaltó: ¿Qué educación le daría a su pequeño
cuando se lanzara a la vida? ¿Qué jardín, qué colegio, qué universidad
y, por qué no, qué posgrado? Pero inmediatamente allí surgió otra
pregunta: ¿Tiene sentido estudiar mucho? ¿Había tenido sentido estudiar
tanto? ¿Había valido la pena inventir tanto tiempo y dinero para
educarse? De aquellas preguntas nació este libro.