Una historia de amor con Valencia y Barcelona como telón de fondo.
La lucha de una mujer para hacerse un hueco en un mundo de hombres.
Un retrato de la mujer del siglo XIX.
Valencia 1834.
Me llamo Ana Villalba y provengo de una familia de carpinteros. Por desgracia, solo quedamos mi madre, mi sobrina María, y yo. El hambre acecha a nuestra puerta y la propuesta de la señora Ferrer ha llegado como caída del cielo: voy a engendrar a su hijo y, a cambio, el provenir de mi sobrina estará asegurado.
Sin embargo, yo no contaba con tener que permanecer escondida durante el invierno junto a la señora, en una casa recóndita en la montaña. Ni tampoco que Martín Ferrer, dueño de una fábrica de chocolate, fuera tan apuesto y recto en sus principios, desconocedor del arreglo de su esposa. Nunca llegué a pensar que el amor pudiera tener dos caras tan distintas y complementarias: el dulzor de un buen chocolate y la aspereza de la madera.
¿Será este mi destino? ¿Será mi corazón capaz de contenerse y cumplir con el trato?